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Cómo descubrí que necesitaba sanar mi infancia  para poder acompañar a mi hija en sus diferentes etapas de desarrollo

02.11.25 04:32 PM Comment(s) By Patricia Castaño

Cómo descubrí que necesitaba sanar mi infancia 
para poder acompañar a mi hija en sus diferentes etapas de desarrollo

Hola, 


Llevo semanas observando como todas las personas que llegan a mi consulta, con cualquier dificultad, sea la que sea, tiene una relación directa con algo que ocurrió en sus infancias.


Piensan que hay algo "malo" en ellas por lo que sienten lo que sienten.


Quieren cambiar cosas de su personalidad rechazándose, cuando eso lo que genera es todavía más exigencia y malestar. 


Y es que la mayoría de las personas piensan que nuestra forma de reaccionar ante las cosas, la manera que tenemos de enfadarnos, de callar, de complacer o de querer tenerlo todo bajo control, es "culpa" de “nuestro carácter”.


En mi propio proceso terapéutico descubrí algo que me removió profundamente: no era mi carácter, eran mis heridas de infancia actuando sin que yo me diera cuenta.


Y es que  gran parte de lo que hacemos, sentimos o evitamos viene de automatismos inconscientes.


La ciencia lo confirma: según estudios en neuropsicología y biología del comportamiento (como los del Dr. Bruce Lipton y el Dr. Joe Dispenza), más del 90 % de nuestras acciones diarias están dirigidas por el inconsciente, por patrones aprendidos en los primeros años de vida.


Es decir, no reaccionamos tanto al presente, sino a lo que nuestro cuerpo recuerda del pasado.


En mi caso, descubrí que mi dificultad para poner límites,


mi tendencia a sobreadaptarme o complacer,


y el no saber sostener bien el enfado o el malestar de los demás


tenían su origen en mi infancia.


Soy la menor de mis hermanos, y aunque muchas situaciones no iban directamente conmigo, yo las veía, las absorbía y las sentía.


Recuerdo observar las discusiones entre mi padre y mi hermana, su tono rígido, su manera de imponer…


Y, sin entenderlo, algo dentro de mí aprendió que enfadarse era peligroso, que ser “la buena”, “la tranquila” o “la que no molesta” era más seguro.


Crecí creyendo que para estar bien con los demás tenía que evitar el conflicto.


Y sin darme cuenta, ese mismo patrón lo llevé a mi vida adulta y a mi maternidad.


Cuando mi hija se enfadaba o se mostraba desafiante, mi niña interior se activaba.


Sentía miedo, incomodidad, ganas de arreglarlo todo rápido, de calmarla, de no sostener el enfado.


Hasta que comprendí que no era ella quien me desbordaba…era la niña que yo fui, pidiendo ser escuchada y abrazada.


Y ahí comenzó mi proceso de mirar atrás no con culpa, sino con comprensión.


De aprender a sostener el malestar, los límites y el enfado con amor y firmeza.


De criar desde la consciencia, no desde la herida. 


Porque escuchar y abrazar lo que nos pasó, no es solo para sentirnos mejor, es para romper la cadena de patrones inconscientes que se heredan de generación en generación.


Hoy acompaño a muchas madres que, como yo, se dan cuenta de que su maternidad les está mostrando las partes de su historia que aún necesitan ser miradas.


Y cada vez que una de ellas se atreve a hacerlo, se transforma algo profundo: su relación consigo misma, con sus hijos y con su entorno.


✨ Si algo de esto resuena contigo, te invito a dar tu primer paso.


Por formar parte de esta comunidad, puedes reservar una sesión exploratoria gratuita conmigo, donde exploraremos juntas qué está pidiendo ser abrazado en ti.


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Porque acompañar a nuestros hijos empieza por acompañarnos a nosotras mismas. 💛


Con cariño,
Patricia 


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