Lo que he aprendido acompañando a tantas personas
en sus procesos de cambio
Hola,
Como ya te he ido contando desde este otro lado, llevo una temporada con mucho revoltijo emocional o quizás no tenga que ver con estar revuelta, sino simplemente con permitirme sentir.
Algo que parece sencillo, aunque en mí estuvo muy tapado por muchos motivos.
Hoy quizás por la edad y las hormonas, por mi propia terapia que abre raíles que estaban cerrados, porque tengo más tiempo para parar, sentir...sea por lo que sea, quiero abrirte un pedacito de mi alma y compartirte algo que he ido aprendiendo a lo largo de estos más de 15 años acompañando a personas en sus procesos de cambio, que también me ha servido para acompañarme a mí en muchos momentos de oscuridad.
Han pasado por mí cientos de personas y he tenido el privilegio de ver de cerca la vida en todas sus formas:
La alegría de esas mamás que llegan a consulta para compartirme sus ganas de ser madres, como el embarazo llegaba y también el nacimiento de criaturas maravillosas, después de haber sido coherentes con ellas mismas y con lo que querían.
La tristeza de pérdidas, duelos, sombras y noches oscuras del alma que parecían ser eternas.
La calma cuando conseguían conectar con sus emociones, permitirse sentir fuera lo que fuera, sin juicios, sin críticas, con permiso y amor.
El caos, que supone sacar todo lo escondido, todo lo inconsciente, todo lo que tapado por vergüenza, culpa o miedo.
El inicio y el cierre de diferentes etapas: parejas, separaciones, crianza, adolescencia, adultez....
Y si algo he comprendido con el tiempo es que el dolor también forma parte de la vida.
No como un castigo, sino como un maestro silencioso que nos invita a mirar dentro, a detenernos y a recordar quiénes somos.
He visto que los cambios son inevitables y, aunque a veces duelan, son los que nos empujan a crecer.
Que la desesperanza no es el final del camino, sino muchas veces el punto exacto donde todo comienza a transformarse.
También he aprendido que la fragilidad no es de débiles, sino que es un superpoder.
Esa sensibilidad que tantas veces hemos escondido es, en realidad, el puente que nos conecta con nuestra verdadera humanidad
Y es que es desde ahí, desde la emoción y la vulnerabilidad, desde donde podemos sanar.
Con los años he comprendido que romper creencias limitantes de la infancia es esencial si queremos vivir sin tanto condicionamiento, si queremos ser madres, parejas y personas más libres y conscientes.
Todo lo que hemos vivido, incluso lo que nos dolió, nos ha convertido en quienes somos hoy.
Y aunque a veces el camino haya sido tormentoso, cada sombra tiene su propósito.
Porque sí, yo también he transitado mis propias sombras.
Acompañar no me ha hecho inmune al dolor, pero sí más consciente de su sentido.
He atravesado oscuridad, y aún lo hago, con la certeza de que tras la noche siempre llega el amanecer.
Lo sé porque la vida me lo recuerda cada mañana. ☀️
Ser cómplice de tanta evolución es un privilegio.
Cada vez que alguien sana, yo también sano un poco más.
Porque al final, todos estamos conectados.
Todos formamos parte de la misma red de vida, compartiendo aprendizajes y espejos.
Así que si conoces a alguien que esté pasando por un momento de cambio, de búsqueda o de dificultad emocional,
puedes compartir este correo y por venir recomendada por esta comunidad podrá tener una primera sesión exploratoria gratuita conmigo,
si agenda antes del 1 de noviembre.
Quizá sea el primer paso hacia una nueva manera de mirarse, de vivir, de amar.
Porque cuando una persona se transforma, cambia también su forma de relacionarse con el mundo, con sus hijos, con su pareja… con la vida.
Con cariño,
Patricia Castaño